Lisandro, tras leer la nota y sentir que la emoción del desafío crecía, dirigió la mirada hacia el grupo. “Parece que necesitamos un poco de ingenio para entrar. ¿Qué tal si buscamos otra entrada?” propuso.
Ruth, con una mezcla de curiosidad y entusiasmo, asintió. “Podría haber una ventana o una puerta trasera. ¡Vamos a explorar!”. El grupo se dispersó un poco, cada uno buscando por los alrededores de la biblioteca. El lugar parecía emanar un aire antiguo, un silencio que envolvía el ambiente.
Ámbar, que había estado observando el lateral de la biblioteca, gritó desde un rincón. “¡Chicos, miren! Hay una ventana atrás. Parece que podremos ingresar por ella”
“Eso suena arriesgado, pero podría ser nuestra mejor opción,” dijo Thiago, dirigiéndose hacia donde estaba Ámbar. “¿Quién me ayuda a subir?”
José María y Víctor, siempre listos para un poco de aventura, se ofrecieron de inmediato. “¡Vamos, eso será emocionante!” dijo Víctor, con una gran sonrisa.
Mientras se organizaban, Edgar comenzó a buscar algo para usar como apoyo. Encontró unas sillas de madera apiladas cerca de la huerta. “¡Esto puede ayudar!” dijo, arrastrando hacia el lugar. Unos minutos después, el grupo había improvisado una especie de escalera. José María se adelantó y fue el primero en subir. “Voy yo. Si puedo asomarme, les cuento qué hay dentro.”
Con un pequeño empujón de Víctor y Edgar, José María entre gritos y ruidos fue a parar dentro. Tratando de levantarse en la oscuridad, de repente, escuchó un crujido detrás de él. “¿Qué hay ahí?” preguntó Lisandro, asomando su cabeza por la ventana, conteniendo la respiración. “Es un… no sé exactamente qué es,” respondió José María, mientras intentaba ver mejor. “¡Parece una pequeña habitación llena de libros y algunas mesas!” “¿Puedes encender la luz?” preguntó Ruth, con una mezcla de emoción y curiosidad.
José María sacó la cabeza por la ventana y comentó ¡Hay unas estanterías, ¿Alguien más quiere venir?”
Tatiana, que había estado observando con mirada crítica, se acercó y dijo: “entremos todos, pero con cuidado.”
Hay toneladas de libros aquí, dijo Augusto al final del grupo, quien sintió que la aventura estaba iniciando realmente. Dentro de la biblioteca, el aire estaba cargado de polvo y misterio, y las estanterías estaban repletas de libros de diversos tamaños y colores. En el centro del salón, había una antigua mesa de madera, rodeada de sillas. En la mesa, un libro abierto parecía esperar ser descubierto.
Para continuar con la aventura, haz clic en una opción:
Acercarse a la mesa y leer el libro. (Ir a Capítulo 5)
Deciden volver al salón y contar el descubrimiento. (Ir a Capítulo 9)
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