Drag & Drop Website BuilderAl ver que algunos en el grupo dudaban, Luana propuso: “¿Y si simplemente leemos un poco más del libro? Tal vez encontremos información sobre lo que estamos buscando sin tener que contar nuestros secretos.”
El grupo aceptó la propuesta e hicieron una pausa.
José María continuó leyendo, y las páginas comenzaron a contar un relato sobre un antiguo aventurero que había tenido que enfrentarse a sus propios temores para encontrar un tesoro escondido. En cada tramo del viaje, el aventurero se encontró con criaturas que representaban sus temores más profundos: el miedo al fracaso, la soledad, y la incertidumbre.
“Es fascinante cómo, a través de la historia, este viajero debía confrontar cada miedo para avanzar,” murmuró Edgar, particularmente intrigado. “Tal vez nosotros también debamos hacerlo.”
Luego comprendieron que, en cada página había un mensaje sobre la importancia de comenzar por uno mismo, de hablar de lo que se siente y de no huir de los miedos, sino de enfrentarlos. Aunque había comenzado como un simple ejercicio de lectura, la historia comenzaba a resonar más con ellos de lo que esperaban.
Finalmente, José María cerró el libro, y el grupo quedó sumido en un mar de reflexiones. Tal vez las respuestas no solo están en la historia, sino también en hechos que debemos vivir con valentía,” susurró Lisandro, mirando a sus amigos.
El silencio explicó mucho, e incluso aquellos que se habían mostrado reacios a entrar en profundidad comenzaron a reflexionar sobre sus propias experiencias. “¿Qué tal si hacemos una pausa y compartimos lo que esta historia nos ha hecho sentir?” sugirió Tatiana, dando un paso audaz.
Los ojos del grupo se encontraron, y parecía que, coincidían en que; la mejor aventura es la que son las vivencias con amigos.
FIN
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