El grupo, aún sorprendido por los secretos que había compartido, decidió tomarse un momento para procesar lo que significaban esas confesiones. Lisandro, sintiéndose intuitivo, sugirió: “Aprovechemos este momento para reflexionar. Lo que acabamos de compartir no es poco y no deberíamos seguir con la aventura sin darles el peso que merecen nuestras palabras.”
Todos asintieron. Se sentaron en un círculo, Ruth, quien había estado sumida en sus pensamientos, compartió: “Me doy cuenta de que todos tenemos nuestras luchas. No había entendido antes cuánto podía significar el apoyo mutuo.”
El ambiente se llenó de una calma profunda, y cada uno, a su manera, sentía satisfacción de haber conocido más de sus amigos. Con esto, cada uno del grupo consideró que el deseo que ansiaban, fue opacado por la amistad afianzada.
FIN
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